
Llovía.
Llovía despacio en la calle.
Las notas agridulces rompían contra el suelo. No eran dueñas de si mismas, eran cuerpos inertes.
Sin vida.
Sin emoción.
Miles de ellas. Caían y caían, buscando su propia pista de aterrizaje.
Nadie les decía nada, nadie se atrevía...
¿Quién iba a hacerlo?
Si ni siquiera ellas mismas sabían quienes eran.
Simples menudencias del pasado.
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