Mecánica para tontos.

Los cristales de las ventanillas estaban completamente empañados. A penas se podía ver nada.

Ella se divertía escribiendo sus iniciales, mientras sus padres discutían si sería mejor coger la estatal 826 en dirección norte o ir en dirección sur hasta el Airport Expressway.

El trayecto iba a ser mucho más largo de lo que parecía. Era un coche viejo. Un ford fiesta del 82 para ser exactos, y ya no iba a resistir mucho más. Había hecho su trabajo muy bien durante trece largos años, pero ya era hora de que se jubilara.

Se bajaron del coche nada más escuchar aquel golpe seco en la zona del motor. Su padre asomó la cabeza en el maletero y echó un vistazo tratando de averiguar que había ocurrido. Después de una ardua hora mezclando inusuales combinaciones de cables y despojándole de la transmisión y el alternador, llegó a la conclusión de que le habían timado con aquel curso de mecánica por fascículos.